Un Presidente habla tanto con sus palabras como con sus silencios. Con lo que dice, pero
también con lo que no dice. En este sentido, varios fueron las omisiones durante el discurso
con el que Cristina Fernández de Kirchner dejó inauguradas las sesiones ordinarias del
Congreso. Algunos criticaron que no mencionara la palabra “inflación”, aunque se refirió en
reiterados ocasiones a las subas en los precios; otros indicaron que la inseguridad era un
asunto no podría haber faltado en su alocución de dos horas y 47 minutos. Y hubo otro gran
ausente: la cuestiones de género.

Si bien hizo alusión a un anteproyecto del Código Penal que, redactado por una comisión
especializada encabezada por el ministro de la Corte Suprema, Raúl Eugenio Zaffaroni, incluye
la regulación del aborto, la jefa de Estado evitó ser la punta de lanza de temas como estos. Se
sabe que, en lo personal, no está de acuerdo con la interrupción voluntaria del embarazo.

La omisión llama la atención si se tienen en cuenta, al menos, dos cosas. En primer lugar, el
simple hecho de que la mandataria sea mujer podría fomentar una legislación frecuente e
inclusiva en este sentido. En segundo término, los 1 de marzo anteriores –a excepción del año
pasado- solían anunciarse variopintos proyectos relativos al género femenino.

Así, por ejemplo, en 2011 la Cristina Kirchner había prometido a la Asamblea Legislativa
iniciativas que incluyesen modificaciones en la regulación de la adopción y el trabajo
domiciliario. En mayor o menor tiempo, en función de los debates y negociaciones, ambos
temas fueron abordados por los legisladores, pero sólo el segundo se convirtió en ley.

En la apertura de 2012, como parte de proyecto de unificación de los Códigos Civil y Comercial,
la mandataria anunció un proyecto de ley sobre fertilización asistida. Casi un año y medio
después, en junio de 2013 y ante las fuertes presiones de las prepagas para evitar su sanción,
el Congreso aprobó la iniciativa.

Sin embargo, los últimos dos discursos inaugurales frente a las Asamblea Legislativa, las
cuestiones de género no ocuparon un lugar central. Los temas pendientes y urgentes deberán
ser impulsados, entonces, por los propios legisladores. O por legisladoras.

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