Uno de los temas tratados durante 2010 que sin lugar a dudas marcó una bisagra no sólo en la política nacional sino en toda la sociedad argentina fue el debate, y la posterior aprobación, del matrimonio igualitario en el 2010. Con la sanción de esta ley, nuestro país se convirtió en el primero de Latinoamérica en permitir el casamiento entre personas del mismo sexo. Empero, el tema fue objeto de una amplia y controversial discusión, que despertó posturas irreconciliables en todo el arco político y social.

La media sanción al matrimonio igualitario llevó doce horas de un arduo debate en la Cámara de Diputados. Con 126 votos a favor, 109 en contra y 6 abstenciones, los diputados finalmente aprobaron el 5 de mayo y giraron al Senado el proyecto de ley para introducir las reformas al Código Civil que permitiesen casarse a personas del mismo sexo.

El bloque del Frente para la Victoria, con Néstor Kirchner en la banca, aportó 55 votos positivos; la Coalición Cívica, 16; la UCR, 18; Partido Socialista, 6; GEN, 5; centroizquierda, 11; Nuevo Encuentro Popular y Solidario, 5; Movimiento Popular Neuquino, 2; Frente Cívico por Santiago, 2; PRO, 4; Peronismo Federal, 6; De la Concertación, 2; Nélida Belaous (Proy. Progresista-Tierra del Fuego); y Silvia Vázquez (Concert.-FORJA-Buenos Aires); entre otros.

Luego de un mes de audiencias públicas, presiones varias por parte de Iglesia Católica, y una sesión maratónica en el recinto, los senadores aprobaron el proyecto que ya contaba con media sanción de Diputados. Con 33 votos a favor, 27 en contra y algunos senadores que se retiraron antes del recinto, fue aprobado el proyecto que permite el casamiento entre personas de igual sexo.

El Congreso Nacional sobrevivió a la sacudida que le provocó un tema de esta magnitud, y finalmente dio su apoyo a este avance en la ampliación de derechos. Para muchos fue una victoria –sobre todo para el kirchnerismo-, y para otros una dura derrota. Fuera del Congreso, el debate fue seguido minuto a minuto por diversas organizaciones sociales.

La norma contó con el respaldo de los bloques del Frente para la Victoria, la Unión Cívica Radical, el Socialismo y la Coalición Cívica. En cambio, en contra lo hicieron la mayoría de los senadores pertenecientes al Peronismo Disidente, así como la gran mayoría del bloque radical. Vale destacar que este debate tuvo la particular característica de que los distintos bloques políticos dieron libertad de conciencia y voto a sus legisladores, los cuales votaron según sus convicciones personales religiosas y/morales.

De esta manera, y tras meses de intenso debate, atravesado por amenazas y la férrea oposición y presión de la Iglesia Católica, la normativa fue finalmente aprobada, marcando un hito en la igualación y ampliación de derechos.