A las 15 y 55 del domingo 25 de mayo de 2003, en el contexto de un país que venía de la mayor crisis de su historia, los argentinos veían jurar en el Congreso a un personaje prácticamente desconocido.

“Vengo a proponerles un sueño, quiero una Argentina unida. Quiero que seamos un país serio. Anhelo que por este camino se levante a la faz de la tierra una nueva y gloriosa Nación”, registra la versión taquigráfica las palabras de Néstor Kirchner en su asunción.

Muy distinto al panorama actual, el kirchnerismo arrancó su historia en la política argentina con un Congreso fragmentado; en aquel entonces impulsaba la “transversalidad” por fuera del justicialismo, una forma de construcción alternativa.

Teniendo en cuentas las divisiones internas del peronismo, en el año 2003 la correlación de fuerzas en Diputados indicaba que el PJ contaba con 128 diputados, contra 47 de la UCR; 4 del FrePaSo y 12 del A.R.I., sin mencionar los bloques provinciales y unipersonales. En el Senado se repetía el panorama: el PJ tenía 40 bancas, la UCR 16 y el FrePaSo, 1.

Si bien el nuevo presidente no contaba con bloques consolidados en ninguna de las dos Cámaras, la idea superior de “mantener la gobernabilidad” le permitió avanzar con las leyes necesarias para avanzar en su política de gobierno.

No obstante, en los primeros tiempos K, la oposición cuestionaba que la Presidencia hiciera uso en reiteradas ocasiones de los decretos de necesidad y urgencia, esquivando al Congreso.

El primer examen en las urnas fue exitoso para la gestión del kirchnerismo. En las elecciones legislativas de 2005 Kirchner obtiene la primera minoría a nivel nacional. Y con mayoría en ambas Cámaras se consolida como fuerza, encabezada por Cristina Fernández.

2006 figura como el año de mayor producción legislativa enviada desde Casa Rosada. Fueron un total de 82 proyectos presentados por el Ejecutivo (20 en diputados y 62 en senadores), de los cuales se sancionaron 65: 12 en diputados y 53 en senadores.

Durante ese período se sancionaron leyes como la ley de educación nacional, la reducción del número de miembros de la Corte Suprema y el protocolo facultativo de la convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer.

Los tiempos difíciles para el gobierno pingüino llegaron con la derrota legislativa en 2009, luego del conflicto por la resolución 125, que marcó un antes y un después en la década.

El 127º período parlamentario fue pobre en producción del Congreso y en resultados: apenas se sancionaron unas 85 leyes.

Es que el 2009 tuvo largas interrupciones por la gripe A y las elecciones de junio, que marcaron el fin de la mayoría kirchnerista. Conscientes del recambio, en el segundo semestre, se enviaron desde la Casa Rosada todas las leyes “claves” para el modelo.

A pesar de esto, 58 de esas 85 fueron iniciativa de alguna de las dos Cámaras del Congreso. Y en las 27 presentadas por el Ejecutivo estuvieron los proyectos más picantes: la reforma política, la ley de medios y la prórroga de la emergencia económica, son algunos de esos ejemplos.

2010 encontró a un Congreso fragmentado entre la promesa de un “Grupo A” fuerte –acuerdo tácito que unió a la UCR, Partido Federal, Coalición Cívica, Pro, Proyecto Sur, Partido Socialista, GEN, Frente Cívico, Córdoba Federal, Salta Somos Todos, Partido Liberal Corrientes, Demócrata Progresista, Diálogo por Bs. As., Libres del Sur, SI, Unión Popular, Bloque Peronista, Partido Federal Fueguino y Bloque Valores por mi País–, insinuación que se evaporó entre los desacuerdos opositores, frente a un “Grupo B”, integrado por el Frente Para la Victoria y Encuentro.

La herramienta política por excelencia en ese período para definir las sesiones fue el quórum: el grupo político que lograba sentar en sus bancas 129 diputados o 37 senadores tendría asegurada la aprobación de su agenda política. Situación ésta que trabó la labor del Congreso.

Aunque trabajo sobró -hubo muchos proyectos presentados, más reuniones de comisiones y más sesiones- fue uno de los años de menor producción: apenas se sancionaron 71 leyes, 46 en Diputados y 25 en el Senado.

Entre estas hay un porcentaje alto de ratificación de acuerdos y protocolos internacionales, un trámite simple y rápido de pasar y aprobar; 31 fueron mensajes del Poder Ejecutivo, 16 iniciativas del oficialismo y sólo siete tuvieron origen en los bloques de la oposición.

El oficialismo cantó victoria con el matrimonio igualitario y la oposición, que prometía renovar el INDEC y la Auditoria General de la Nación, se alzó con un único logro: el 82% móvil para los jubilados, que logró convertirse en ley con la aprobación de ambas Cámaras, pero fue vetada por el Ejecutivo. La falta de Presupuesto 2011 fue una deuda compartida por ambos.

En 2011, se aprobaron 79 leyes; 37 fueron impulsadas por el Poder Ejecutivo, en tanto que 21 surgieron de iniciativas presentadas en Diputados y 21 se presentaron en el Senado.

Luego del triunfo de Cristina Fernández con el 54% en los comicios, el oficialismo aprobó todo aquello que tenía pendiente en cuestión de horas y en sesiones extraordinarias: la ley de tierras, el nuevo estatuto de peón rural, la prórroga de la emergencia económica, el Presupuesto 2012 y la ley antiterrorista.

Con el FPV con mayoría en ambas cámaras, el oficialismo llegó a 2012 con quórum propio en ambos recintos. Se sancionaron 104 nuevas leyes y 47 de ellas fueron presentadas por el Ejecutivo; el 45% de las leyes tuvieron este origen.
Si se suman las iniciativas del Poder Ejecutivo Nacional y las de los bloques oficialistas y aliados de las dos cámaras, casi el 84% de las leyes que se sancionaron en 2012 tuvieron origen en el oficialismo (Bloque FPV y Poder Ejecutivo Nacional).

Entre los temas aprobados, figuran leyes de gran repercusión: la expropiación del 51% del patrimonio de YPF, la declaración de utilidad pública de la ex imprenta Ciccone, la ley de ART y el Voto joven para que los jóvenes de 16 años puedan votar.

2013 encuentra la misma conformación del “vamos por todo” kirchnerista; la reforma judicial y el blanqueo de divisas figuran entre los proyectos ambiciosos que impulsó el Ejecutivo en estos primeros meses del año.

En estos tiempos, párrafo aparte merece la escasa respuesta de pedidos de informes destinados al Poder Ejecutivo y el incumplimiento de que el Jefe de Gabinete concurra una vez al mes al Congreso a dar un balance de la gestión, tal como dicta la Constitución.

Lejos de cumplir esta normativa, en la década kirchnerista Alberto Fernández fue 17 veces, Sergio Massa, 1; Aníbal Fernández, 5 y Juan Manuel Abal Medina hizo 2 presentaciones a la fecha y volverá el próximo 05 de junio al Senado. Sólo 25 informes en diez años.

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