La Fundación Directorio Legislativo adhiere a la campaña de Argentina Debate, para que haya un Debate Presidencial entre los candidatos a Presidente.

¿Por qué adherimos?

En primer lugar, porque entendemos que el derecho al voto está asociado al derecho a la información. Un debate presidencial contribuye a la formación de un electorado informado. El debate obliga a cada candidato a formular y expresar ideas claras sobre su proyecto de gestión, superándose el consignismo de campaña vacío de contenido. De esta manera, el votante contará con la información que requiere para evaluar la propuesta que mejor se ajuste a sus expectativas.

El debate público presidencial contribuye además a la construcción de una agenda pública de manera transparente. La participación de los candidatos en el debate los obliga a poner blanco sobre negro sus propuestas, a tomar postura y definirse sobre las cuestiones socialmente problematizadas y de esa forma, manifestar de manera transparente cuál es su plan de gobierno. En este sentido, la realización de un debate presidencial es un paso adelante hacia una agenda pública transparente.

Por otra parte, un debate presidencial conlleva a un fortalecimiento de la democracia. El sistema democrático supone la convivencia de intereses contrapuestos y en conflicto. El debate público implica entonces un fortalecimiento de la democracia en tanto genera un espacio en el que las propuestas de candidatos que representan a diferentes intereses, pueden expresarse y confrontarse en un ámbito dialógico y de respeto.

La ausencia de un ámbito que permita confrontar las ideas de los candidatos a presidente, lleva a que los mismos se comuniquen con el votante a través de consignas vacías de contenido, o bien a través de un entrecruzamiento de “chicanas” políticas para con sus rivales, quienes no tienen posibilidad de respuesta. El establecimiento de un debate público presidencial generará un espacio en el que cada candidato exponga sus ideas y propuestas, al tiempo que contarán con la posibilidad de responder o refutar las ideas y propuestas del candidato rival. La contribución del debate presidencial al fortalecimiento de la democracia, entonces, se da también a partir de un desplazamiento desde un discurso-monólogo a un intercambio de ideas y propuestas entre candidatos que representan intereses diferentes.

Finalmente, el debate presidencial coadyuva a la revitalización de la política. La crisis de 2001 fue la eclosión de la crisis de representación, traccionada por un quiebre en el sistema de partidos. Si bien desde entonces los partidos han recuperado terreno como protagonistas de la escena política, aún sobreviven ecos de aquella crisis. Estos ecos se materializan en la mediatización y farandulización de la política, la cual lleva a los candidatos a desenvolver sus campañas en ámbitos que no se ajustan a un intercambio profundo y riguroso de ideas y propuestas de gobierno. El debate público presidencial, entonces, contribuirá a mitigar de la farandulización de la política, revitalizando a la misma.

Como conclusión, desde la Fundación Directorio Legislativo entendemos que el debate público presidencial es un factor que genera ciudadanía, en tanto que obliga a los candidatos a clarificar sus propuestas de gobierno, lo que permite un voto informado por parte de los electores. Esto, además de favorecer la transparencia, facilita la rendición de cuentas a futuro hacia los gobernantes por parte de los ciudadanos, fortaleciendo el lazo que une a los representantes con sus representados.