Un nuevo período parlamentario se inicia el próximo 1º de marzo. Luego de un 2016 exitoso en marcar la agenda del Legislativo y la recurrente necesidad de negociación con la oposición, el 2017 se presenta como el primer test electoral para Macri como Presidente.  Con algunos traspiés iniciales  y las legislativas en el horizonte, la pregunta es: ¿Los legisladores de la oposición mantendrán este año su cariz negociador?

La oposición que en 2016 se caracterizó por su actitud negociadora con el Gobierno, ya comenzó a pasar factura, ante sucesivos errores no forzados del Gobierno. Los referentes de los principales bloques de la oposición dialoguista empezaron a elevar su perfil opositor de cara a la campaña electoral. Así lo demuestran los audios filtrados de Massa, comparando a Macri con De la Rúa, o las recientes declaraciones de Bossio sobre la gestión de CAMBIEMOS: “pasaron 14 meses y no hubo ningún gol a favor de la gente”.

El año pasado, no hubo mayoría propia para el oficialismo en ninguna de las dos Cámaras. En Diputados, con 86 escaños, el interbloque CAMBIEMOS fue la primera minoría, y debió negociar sus leyes con los bloques del Frente Renovador y el Bloque Justicialista. Mientras que la relación con el FPV-PJ en Diputados se caracterizó por su férrea oposición al Gobierno, con un mermado bloque de 72 legisladores, no hubo impedimento para que el Gobierno avanzara con su agenda legislativa. En Senado, CAMBIEMOS estuvo en franca minoría con 15 bancas, contra las 36 del PJ-FPV, y si bien no tuvo problemas para conseguir quórum, el PJ-FPV del Senado, se caracterizó por ser mucho más dialoguista que el FPV-PJ de Diputados (nótese la sutileza: en Diputados el bloque primero es FPV, y después PJ; mientras que en Senado, primero es PJ y después FPV). Esto permitió al Gobierno sancionar sus leyes, tensas negociaciones mediante.

Los objetivos de máxima que se propone CAMBIEMOS en el Congreso para estas próximas elecciones no pueden ser más que son humildes: acercarse lo más posible al quórum propio en Diputados -algo de lo que, aunque tenga una buena performance electoral, estará igualmente lejos- y ser un interlocutor no tan pequeño del bloque mayoritario en el Senado.

Pero con un año atravesado por un largo proceso electoral, en medio de toda la rosca que un proceso tal supone, el Congreso deberá sesionar. El oficialismo se enfrentará en esa tarea, con un doble desafío: Por un lado, deberá ser preciso con el timing para las negociaciones parlamentarias que, de junio a octubre, se verán interrumpidas por cuestiones electorales cada dos meses. Por el otro lado, deberá tener firmeza en las negociaciones, en un escenario que llevará los bloques dialoguistas a diferenciarse lo más posible del oficialismo.

Existen dos futuros posibles, uno probable y uno certero. El probable indica que Macri concluirá su mandato en 2019, sin mayoría propia en el Congreso. El certero, nos indica que  la relación Ejecutivo-Legislativo se verá atravesada por un entramado tensas negociaciones, al menos, hasta 2019.

Por Matías Pellegrini

Por Matías Pellegrini

Director de Análisis Político - Sección Argentina